Génesis 1:1; Juan 1:1 – En el principio, Dios

La creación de Dios

Texto clave: Génesis 1:1; Juan 1:1.

INTRODUCCIÓN

Dios es el principio de todas las cosas. Las Sagradas Escrituras relatan el inicio de la historia del mundo con la siguiente expresión: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). Juan, el evangelista, mencionó el mismo pensamiento (Juan 1:1).

I. ALGUNAS PERSONAS RECHAZAN LA CREENCIA DE QUE HAY UN DIOS
  1. “No creo que exista un Dios porque no lo veo”, dicen algunos. Sin embargo, existen muchas cosas en las que creemos, aunque no podamos tocar o ver. Ejemplo: la electricidad, el viento, el amor, etc.
  2. “No creo en Dios porque no lo comprendo”, dicen otros.
    Ilustración: Cierto día, un sabio incrédulo caminaba en una playa, meditando en Dios. “¿Cómo podré comprenderlo?”, se preguntaba. Un momento después, vio a un niño que, con un pequeño balde, intentaba llenar de agua un minúsculo pocito que había hecho en la arena. “¿Qué haces aquí, pequeño?”, le preguntó el sabio. Y el niño le respondió: “¡Ah! Quiero colocar toda el agua del mar en este pozo que hice”. El sabio sonrió y pensó para sí: “Es exactamente eso lo que yo estaba intentando hacer, alcanzar con mi mente finita el poder del Dios infinito”.

No podemos penetrar en toda la amplitud de Dios. No podemos probar su existencia en laboratorios científicos. Pero podemos aceptarlo por la fe, nutrida con base en las evidencias de la naturaleza, en la revelación de su Palabra y a través de la vida y la obra de Jesucristo.

II. CÓMO SE REVELA DIOS

1. A través de la naturaleza (Sal. 19:1).

a) “La naturaleza, a semejanza de la revelación, testifica del amor de Dios. […] ‘Dios es amor’ está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor; todo da testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 7).

b) De esa forma, la naturaleza con sus altaneros árboles y bosques, a pesar de estar manchada y herida por la acción predadora del ser humano, todavía nos revela a Dios como Creador. En sus páginas multicolores encontramos las marcas del amor divino.

c) Dios es el donador de la vida. Él es el manantial de la vida. Los reinos animal, vegetal y mineral son obras de sus manos.

2. A través de la Biblia sagrada.

a) La Biblia fue escrita para nuestra enseñanza y nos revela un Dios misericordioso, redentor, un Dios de refugio, perdonador, bondadoso, fiel, salvador y Padre. Él es nuestro Padre tanto por la creación como por la redención.

b) El Dios del Antiguo Testamento no es diferente de Aquel que encontramos en el Nuevo Testamento. Dios Padre es revelado como quien origina todas las cosas, el Padre de todos los verdaderos creyentes y, en sentido único, el Padre de Jesucristo.

c) El pecado limita la auto-revelación de Dios manifestada a través de la creación, por el hecho de oscurecer la habilidad humana en interpretar el testimonio de Dios. Por lo tanto, teniendo en vista auxiliar a las personas en la comprensión de las cosas divinas, Dios presentó una revelación especial de sí mismo. Él decidió presentarse delante de la humanidad por un medio específico, que no dejaría margen a cuestiones relacionadas a su carácter o a su amor para con la humanidad. Y lo hizo a través de las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento.

d) En la Biblia, Dios se revela a sí mismo en persona, así como por medio de proposiciones que declaran la verdad a su respecto. Ambos tipos de revelación se hacen necesarios porque las personas necesitan conocer a Dios a través de Jesús (Juan 17:3), así como la verdad, “según es… en Jesús” (Efe. 4:21). Esas revelaciones permiten que Dios quiebre las limitaciones mentales, morales y espirituales de los seres humanos y comunique su deseo de salvarlos.

3. A través de Jesucristo.

a) Jesús reveló al Padre cuando se hizo hombre (Juan 1:1, 14). Declara el evangelista: “A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer” (Juan 1:18). Y el propio Cristo dice: “Porque he bajado del cielo” (Juan 6:38). “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Conocer a Jesús es conocer al Padre.

b) La carta a los hebreos subraya la importancia de esta revelacioon personal: Hebreos 1:1-3.

c) En la creación, el Padre y el Hijo actuaron en forma conjunta. Dios nos concedió la vida, a pesar de saber que eso conduciría, al final, a la muerte de su propio Hijo.

d) En Belén, [Dios] se dio a sí mismo al donarnos a su Hijo, la mayor dádiva.

e) Sin embargo, es el Calvario que nos da la más profunda comprensión del Padre. Él, siendo divino, sufrió los dolores de verse separado del Hijo, y ese sufrimiento fue mucho más profundo de lo que algún ser humano jamás podría soportar. Él y Cristo sufrieron en idéntica medida. ¿Podría haber sido dado un mayor testimonio acerca del Padre? La cruz revela la verdad al respecto de Dios. 

CONCLUSIÓN
  1. Dios es el autor y el donador de la vida. Él es el creador de todas las cosas.
  2. Se revela a cada uno de nosotros, a través de la naturaleza, de la Biblia y de Jesucristo.
  3. Ilustración: Abraham Lincoln, cuando era presidente de los Estados Unidos, fue abordado por un ministro religioso que le dijo: “Vuestra excelencia no debe estar preocupado, pues Dios está a nuestro lado”. El presidente le respondió: “No me preocupa tanto saber si Dios está a nuestro lado, sino saber si nosotros estamos al lado de él”.
  4. Importa que estemos siempre del lado de Dios.

Paulo Pinheiro, exdirector de la Revista del Anciano, Casa Publicadora Brasileña.

Génesis 1-3 – La creación de Dios

La creación de Dios

Texto clave: Génesis 1-3.

INTRODUCCIÓN
  1. Los argumentos filosóficos no han podido responder satisfactoriamente las tres preguntas básicas de la humanidad: “¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos?”
    • Parece que la raza humana perdió su identidad. Las ideas del enemigo han confundido el razonamiento humano (leer Rom. 1:21, 22). Solamente en la medida en que el hombre conoce a su Creador, puede reconocerse a sí mismo; solamente en la medida en que conoce sus orígenes, puede conocer su futuro.
 I. SEMANA DE LA CREACIÓN
  1. Dios creó el medio ambiente y al hombre, y reposó en el séptimo día.
  2. La tierra estaba desordenada y vacía (Gén. 1:9). Dios, el Originador del universo, todavía no había creado las condiciones apropiadas para la vida. En el capítulo 1 de Génesis, hay una frase que se repite cinco veces: “Y Dios consideró que esto era bueno” (NVI). Antes de finalizar el capítulo, se destaca: “Y consideró que era muy bueno” (vers. 31). Estas expresiones reflejan el sentimiento de Dios con respecto a su obra durante la semana de la creación.
    • En el primer día creó la luz. Sin luz no puede existir la vida. Era esencial que hubiera luz cuando el Creador comenzara la obra de establecer orden del caos, para crear nueva vida (Gén. 1:3-5).
    • En el segundo día creó la atmósfera terrestre. Nada puede vivir sin aire. Sin atmósfera, nuestro planeta estaría desierto como la luna (Gén. 1:6-8).
    • En el tercer día descubrió la tierra de los mares y la sembró con vegetación. Separó las aguas de la tierra seca y ordenó que los vegetales cubrieran la tierra (Gén. 1:9-13).
    • En el cuarto día descubrió las fuentes de luz. El sol, la luna y las estrellas servirían como instrumentos permanentes para la distribución de la luz en el planeta (Gén. 1:14-19).
    • En el quinto día creó los animales acuáticos y las aves (Gén. 1:20-23).
    • En el sexto día creó los animales terrestres (Gén. 1:24, 25) y al hombre, distinto a los demás seres vivientes, pues fue hecho a imagen de Dios, tanto en lo exterior como en lo interior (Gén. 1:26, 27).
    • En el séptimo día, Dios descansó. La cesación de la obra creadora formó parte de la terminación de la obra de aquella semana. Ese día sería una bendición especial para el hombre; por eso, Dios lo santificó, lo separó para propósitos santos.
II. EL PLAN DE DIOS
  1. El hombre en relación con DiosDios dotó al hombre del libre albedrío, la autoconciencia y la naturaleza espiritual. Esta naturaleza reflejaba la santidad divina de su Creador. En el séptimo día, el hombre tendría la oportunidad de reflejar el amor y la bondad de su Creador, para parecerse más a él (Mar. 2:27, 28). Antes de la entrada del pecado, Dios se comunicaba directamente con el hombre, sin intermediarios ni interferencias (Gén. 1:28-30).
  2. El hombre en relación con sus semejantes. La soledad sería perjudicial para el bienestar del hombre. La compañera de Adán no formaba parte de los seres inferiores. El Altísimo instituyó la santidad del matrimonio (Gén. 2:20-25) y, a través de ella, se inició una infinidad de relaciones interpersonales que, en el plan divino, no suponían levantar ninguna barrera de separación entre los hombres (Luc. 10:25-37).
  3. El hombre en relación con el medio. El hombre fue constituido mayordomo de la Creación por mandato divino (Gén. 1:28). Debía mantener una relación armoniosa con el mundo animal (Gén. 2:18, 19) y cuidar del lugar edénico, que era una revelación del amor divino (Gén. 2:15).
III. LA ENTRADA DEL PECADO

Los ángeles tuvieron oportunidad de manifestar su amorosa lealtad a Dios. Ahora, les tocaba al hombre y a la mujer decidir de qué lado del conflicto estarían. Solamente tenían que permanecer leales al mandato divino (Gén. 2:16, 17); de lo contrario, las consecuencias de la transgresión serían inevitables. La astucia de Satanás pudo más que la voluntad humana, y nuestros primeros padres cedieron ante la tentación, permitiendo la entrada del pecado (Gén. 3:1-6).

  1. La primera consecuencia del pecado fue la pérdida de la estrecha relación con Dios (Gén. 3:8). El hombre tuvo miedo de la presencia divina a partir del momento en que se separó del Creador (Isa. 59:2).
  2. La segunda consecuencia fue la pérdida de la inmortalidad. “La paga del pecado es la muerte” (Gén. 3:19; Rom. 6:23). Perpetuar la vida sería extender la existencia del pecado (Gén. 3:22). La creencia popular de que existe vida después de la muerte estaría apoyando el argumento de la serpiente: “No morirás”.
  3. La tercera consecuencia fue perder la armonía con sus semejantes. Dentro de poco tiempo más, Caín mataría a Abel (Gén. 4:8).
  4. La cuarta consecuencia sería la pérdida del control sobre la naturaleza. El dolor, el sufrimiento, el arduo trabajo y la lucha por sobrevivir pasaron a formar parte de la experiencia humana (Gén. 3:17-19).
  5. La quinta consecuencia sería la muerte del Hijo de Dios para salvar al hombre del pecado y su poder (Gén. 3:15). El hombre había sido secuestrado por el enemigo, pero la segunda persona de la Deidad pagaría el rescate con su propia vida. La única manera en que el hombre podía quedar libre era que un sustituto perfecto e inocente recibiera el castigo por la transgresión (Isa. 53:6).
CONCLUSIÓN
  1. La vida, la muerte y la resurrección del Hijo de Dios nos permitirán recuperar la condición de seres humanos antes del pecado. Para recuperar nuestra relación con Dios, necesitamos confesar nuestras faltas a él y aceptarlo como a un amigo.
    Toma hoy la decisión de ser fiel a Dios y adóralo en el día que él señaló para relacionarse mejor con su pueblo.
  1. Si estás ligado a él, vas a restaurar también tu relación con las otras personas por medio del perdón, y tendrás alegría, al disfrutar de la naturaleza que Dios hizo para ti, ahora y por la eternidad. ¡Amén!

 

Pr. Roberto Pinto, exdecano de la Facultad de Teología de la Universidad Adventista del Plata, Rep. Argentina.