Una vida por amor

El texto para el mensaje de hoy está en el Salmo 23:1 y 2 “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.”

El propósito de este mensaje es mostrar el tipo de relacionamiento que Dios desea cultivar con sus hijos

EL PASTOR Y SUS OVEJAS

Hay cuatro pensamientos que destacan en el texto de hoy. El primero está ligado al tipo de relación que Dios quiere tener con sus hijos: la relación pastor-oveja. Para entender la figura del pastor, tendríamos que viajar a las tierras donde la biblia fue escrita. En Latinoamérica, el pastor generalmente toma su cayado, arrea a las ovejas y las golpea con la vara cuando se salen del camino. En las tierras bíblicas es diferente: el pastor va delante de las ovejas y ellas lo siguen. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posibles que seres irracionales hayan aprendido a seguir a su pastor?

Si viviéramos en aquellas tierras lo entenderíamos. El pastor allá, no es pastor apenas por profesión, sino por vocación. No lo hace solo por el aspecto financiero. Claro que las ovejas son parte de su sobrevivencia pero el pastor ama a sus ovejas, duerme con ellas y hasta come a su lado. El pastor recibe a la ovejita recién nacida con sus propias manos y la acaricia con amor. Cuando va de un pastizal a otro, lleva a los corderitos en sus brazos, y de este modo ellos crecen, sintiendo el amor, el calor y la protección de su pastor. La ovejita llega a amar su pastor y, aun siendo irracional, instintivamente siente que al lado del su pastor hay seguridad y cariño; pasa a sentir que no puede vivir lejos de él. Por este motivo el pastor va adelante y las ovejas lo siguen. Si apareciera algún peligro, él sería el primero a enfrentarlo. Si hubiera un terreno escabroso, él sería el primero a lastimarse los pies. El pastor da la vida por sus ovejas.

EL CRISTIANISMO ES UNA REALACIÓN DE AMOR CON CRISTO

Lo que Dios quiere enseñar con esta ilustración es que no podemos tener miedo de Dios, ni de ser cristianos. El cristianismo no es un fardo pesado a ser cargado. No es una relación de miedo, sino de amor. Nadie necesita vivir asustado con una colección de normas y reglamentos a seguir. Tampoco puede caer en el terreno de la mediocridad, ni del conformismo. Todo lo contrario: el cristianismo libera, abre los ojos, hace que la juventud mire hacia horizontes sin fin, y sienta el deseo de progresar, crecer y luchar por ideales mayores. El cristianismo es una experiencia de amor que impulsa hacia horizontes sin fin.

¿Sabes por qué existen personas que tienen miedo del cristianismo? Por culpa de algunos cristianos que no entendieron la esencia de la vida con Cristo. A veces, cuando deseamos evangelizar a una persona empezamos presentándole una serie de normas, reglas y prohibiciones. Le decimos: “no puedes hacer esto, ni lo otro; no puedes vestir esto, ni aquello; debes dejar de comer esto y esto otro”.

¿Es esta la vida abundante que Cristo vino a ofrecer? ¿Por qué interpretamos y enseñamos cosas periféricas en nombre del cristianismo? Ese no es el pastor que se describe en el Salmo 23. En este salmo las ovejas no siguen a su pastor por miedo al castigo, o porque exista una lista enorme de reglamentos y leyes que deben obedecer. No es así. Lo siguen porque saben que él las ama. Él conquistó sus corazones y, aunque no sean seres racionales, su instinto les dice que pueden confiar en ese pastor.

Necesitas entender el maravilloso amor de Jesús. Jamás pienses que Dios te ama únicamente cuando te portas bien. o cuando cumples sus instrucciones. Cuidado con pensar que si te portas mal, las maldiciones de Dios caerán sobre ti. Ten cuidado de seguir a Jesús por miedo del castigo. Jesús desea conquistar tu corazón. Dejó su gloria en el cielo y vino a esta tierra a buscarte. Eres lo más precioso que Él tiene en este mundo. Él te ama con tus virtudes y defectos, con tus errores y aciertos. ¡Su amor es genuino y eterno!

Si eres un adicto y no puedes librarte de las garras destruidoras del vicio, déjame decirte una cosa: Dios no aprueba tu estilo de vida, pero no dejó de amarte, ni siquiera por un minuto. Él espera tu clamor. Todo el poder del universo está en sus manos y el Señor lo usará para librarte de las corrientes que te esclavizan.

¿Eres un hombre o una mujer que se hunde en las arenas movedizas del pecado? ¿Una prostituta? ¿Un asesino, inmoral, miserable o pervertido? No importa cuán aparentemente sucia sea tu vida, nunca dejes que entre a tu cabeza la idea de que no mereces el amor de Dios. Él dejó todo para venir a este mundo y darte paz. Desea transformar tu vida, para que cuando la noche llegue te acuestes y duermas tranquilo. Él hizo todo lo necesario para que hoy mires al futuro sin miedo. Él ya preparó el camino para que salgas de la mediocridad, de la derrota y del fracaso en que vives.

No tengas miedo de ser cristiano. Dios busca contigo una relación de padre e hijo y no una de patrón y esclavo. Él es tu Pastor. Tú eres su oveja. La vara en sus manos no es para golpearte sino para ahuyentar a tus enemigos. ¿Eso significa que puedes vivir como deseas, y continuar en el fango?

LAS VEREDAS DE JUSTICIA

Aquí entra el segundo pensamiento del Salmos 23: “Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia, por amor de su nombre”. (Salmos 23:3) “Mi pastor, dice David, me enseña a andar en las veredas de justicia.” ¿Qué es justicia? Jeremías, refiriéndose al Mesías que vendría, dijo: “En sus días, Judá será salvo e Israel estará seguro y este es el nombre por el cual será llamado: Señor, justicia nuestra”. (Jeremías 23:6)

Cuando yo era un niño escuchaba a las personas mayores orar pidiendo justicia.  “Cúbreme con tu manto de justicia” – decían. Y yo no entendía cómo sería ese manto.  ¿Qué es justicia para ti? ¿Quién es un hombre justo en tu opinión? ¿Ya oraste pidiéndole justicia a Dios? ¿Qué es lo que querías que Dios te diese?

Cuando piensas en la justicia de Dios ¿piensas en un atributo divino, en la fuerza que necesitas para obedecer, en el perdón? ¿Qué es justicia?  De acuerdo con Jeremías la justicia no es ni un atributo, ni una fuerza, ni una doctrina, ni mucho menos un concepto teórico.  La justicia es una persona. Es Jesús, justicia nuestra.

Quiere decir que cuando le pides justicia, Jesús te da su justicia.  Sólo que El viene a ti porque Él es la justicia.  Nadie puede separar a Dios de su justicia, ambos son una misma cosa.  Jesús es la propia justicia. Si este concepto no está bien claro en tu mente, cada vez que intentes ser justo vas a intentar portarte bien, vas a esforzarte para mantener una conducta intachable o cualquier otra cosa parecida.  Pero si sabes que Jesús es la justicia y deseas ser un hombre justo, todo lo que necesitas hacer es ir a Jesús y permanecer con El y en El, eres hecho justicia de Dios. Esto es lo que afirma San Pablo “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El.”  (2 Corintios 5:21)

¿Te das cuenta? San Pablo va más allá de lo que cualquier ser humano puede imaginar.  Él dice que en Jesús el ser humano es hecho justicia y no que simplemente practica la justicia.

Con frecuencia pensamos que un hombre justo es aquel que no miente, no roba, no mata y cumple todo lo que la ley de Dios demanda.  Esto es verdad, pero sólo cuando es el resultado de estar en Jesús y permanecer en comunión constante con Él, porque Jesús es la justicia.  Separado de Él, el buen comportamiento no pasa de mero moralismo.  Y cristianismo no es moralismo.  Cristianismo es comunión con Jesús.

El cristianismo se transforma en una experiencia asfixiante, cuando la obsesión de la vida es simplemente portarse bien.  Pero es fascinante cuando es la experiencia maravillosa de vivir cada día con la persona que se ama: El Señor Jesús. ¿Deseas ser una persona justa? ¿Natural y auténticamente justa? Entonces solo existe un camino: debes vivir en comunión con la persona justicia. Sólo Jesús, viviendo en ti, es capaz de darte el natural y verdadero sentido de justicia.

¿Quieres andar en los caminos de la justicia? ¿Dejar de tener una vida injusta? ¿Quieres andar en los caminos de la integridad y la obediencia, deleitándote en hacer la voluntad de Dios? Muy bien, existe sólo un camino: sigue al pastor. No te confundas con pastores humanos. Nunca sigas a los hombres. Sigue a la persona-justicia, bebe de la fuente de justicia; sólo así vivirás una vida que será como una fuente de inspiración para otros. Hombres públicos que se aferren cada día a la verdadera fuente de justicia, serán una inspiración para su pueblo.

EL VALLE DE SOMBRA Y DE MUERTE

El tercer pensamiento de Salmos 23 tiene que ver con la realidad de esta vida: “Aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.” (Salmos 23:4)

Jesús nunca prometió que sus hijos no pasarían por dificultades. El salmista David no dice: “El Señor es mi pastor, y nunca andaré en medio del valle de la sombra y la muerte”. No. No es esto lo que dijo. El texto afirma: “aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno.”

Cuidado con reclamar a Dios el cumplimiento una promesa que nunca hizo. Cuando una enfermedad llegue a tu casa, o un accidente a tu vida. Cuando la muerte toque a unos de tus seres queridos. Cuando la tempestad ruga y la noche se vuelva intensamente oscura, ten mucho cuidado en mirar a Dios y decirle:

-Si estás conmigo, ¿por qué vienen las dificultades a mi vida? ¿Dónde está Dios?

Dios está dónde siempre está. Él no te desampara, ni te abandona. Pero vivimos en un mundo de pecado. Marchamos a nuestro glorioso destino pero lo hacemos a través del desierto de miseria y muerte de esta vida. Cuando llueve, lo hace para justos e injustos, y cuando sale el sol, también. Y en este mundo, los que siguen al Pastor también están sujetos al sufrimiento, al dolor y a la muerte.

Entonces tal vez te preguntes: ¿Cuál es la ventaja de ser cristiano? Es grande. El sufrimiento en la vida de los que no tienen a Cristo es como una herida infectada, como la gangrena, que va devorando la carne y mata. Mientras los que tienen a Cristo también pueden sufrir, pero el sufrimiento del cristiano es como la herida limpia. Duele, sangra pero finalmente sana y solo quedan cicatrices. Cuando hoy ves una cicatriz de infancia, sonríes al recordar el día en que la herida estaba abierta.

Esta es la promesa que Dios te hace: “En esta vida, hijo mío, muchas veces pasarás por el valle de la sombra y de la muerte, tus pies sangrarán y te lastimarás, llorarás por tener que enterrar a tus seres queridos; yo no prometo librarte del sufrimiento y los momentos dolorosos, pero te prometo que, en medio del sufrimiento, nunca estarás solo, yo estaré a tu lado, y no serás destruido”.

EL TRIUNFO DE LOS REDIMIDOS

Precisamente aquí entra el cuarto pensamiento de este salmo: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando”. (Salmos 23:5)

Observa la escena descrita por el Salmista: Los hijos de Dios están congregados en torno de la mesa del banquete. Al otro lado se encuentran sus enemigos. Los hijos de Dios participan de una reunión de gozo y de alegría. Hay una mesa llena de manjares y comidas deliciosas, mientras del otro lado los enemigos son incapaces de tocar al pueblo escogido. El dolor, el sufrimiento, la miseria, la traición y la cobardía llegaron a su fin. Los enemigos se sienten incapacitados de hacer algo. Los hijos de Dios pasaron por el valle de la sombra y la muerte, pero el enemigo está finalmente vencido. “Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.” (Apocalipsis 21:4)

Dios nunca prometió que no tendrías dificultades en este mundo, pero prometió que las dificultades no te atormentarían por el resto de tu vida. ¿Estás sufriendo? ¿Cuánto tiempo crees que el sufrimiento te hará llorar? Tal vez un año o dos, tal vez cuatro o cinco, pero finalmente el sol volverá a brillar. Esta es la maravillosa promesa de Dios.

En este momento puedes estar viviendo un drama familiar, tu hijo puede estar amarrado a los vicios sin poder salir, puedes haber perdido a tu hija, estar desempleado, con miedo del futuro, o alguna enfermedad física tal vez  atormente tu vida. Soportaste solo y por mucho tiempo, pero parece que ya no puedes más. Entonces recuerda: “Dios no prometió que no tendrías dificultades. Pero te prometió que, en medio del valle de sombra y de muerte, nunca te desampararía”.

Quizás no lo veas, tal vez no lo sientas, pero Dios está allí. Él enjugará tus lágrimas y te consolará en medio del dolor. Te dará las fuerzas que necesitas para continuar tu camino. Y, finalmente, preparará la mesa y hará un gran banquete en presencia de tus enemigos. Te hará regocijarte en presencia de todo lo que te provocó sufrimiento.

El enemigo de las almas no podrá hacer nada más contra ti. Estarás libre y serás victorioso. Mirarás al pasado y verás que todo lo que sufriste habrá valido la pena, porque formó parte de una experiencia de victoria.

¡Qué salmo maravilloso! Primero: “el Señor es mi pastor”, este es el tipo de relación que Cristo desea mantener con sus hijos. Segundo: “me guiará por sendas de justicia”, pues sólo Cristo es justo y si deseamos ser como Él debemos andar a su lado; sólo así alcanzaremos una vida de victoria y obediencia en esta tierra. Tercero: En medio del valle de sombra y muerte nunca estarás solo, el pastor estará a tu lado. Finalmente: llegará un día en que las angustias acabarán; el dolor y las lágrimas de tristeza no existirán más. El Señor preparará una mesa en presencia de tus angustiadores. Podrás regocijarte eternamente.

LLAMADO

Estaba en Santiago de Chile. Alrededor  del mediodía, salí para almorzar y encontré varios recados en la contestadora electrónica. Querían hablarme desde el Brasil, desde el Perú, de todos lados. En ese preciso momento sentí algo extraño en el corazón, algo terrible debía haber ocurrido para que todos quisieran hablarme al mismo tiempo. Minutos más tarde, recibí la llamada y me dieron la noticia.

Mi hermana, de 30 años en aquel entonces, era casada con un pastor. El miércoles de aquella semana, ese pastor había ido a predicar a una pequeña ciudad. Después de la predicación volvía para casa por una carretera solitaria. En el camino oscuro fue cobardemente asesinado con un tiro de escopeta, dejando una joven viuda con una pequeña de 5 años y una bebita de 6 meses.

¿Dónde estaba Dios que no había cuidado a su hijo? ¿Dónde estaba Dios que no había protegido a un siervo que acabara de abrir la biblia, transmitiendo esperanza y paz a esos corazones atribulados? ¿Dónde estaba Dios en ese momento? ¿No es esto lo que nos preguntamos siempre que el dolor toca las puertas de nuestro corazón?

Era de madrugada cuando llegué a casa de mi madre. Mis hermanos estaban en la sala. Mi hermana en un cuarto, sola. Entré y la vi recostada. Me arrodillé al lado de la cama y comencé a orar. Ella despertó y al verme me abrazó mientras lloraba. “Muchas gracias por haber venido”, me dijo, “muchas gracias por estar aquí”. La abracé con fuerza y le susurré al oído:

-Un día Dios responderá todas tus preguntas. Un día entenderás el porqué.

Aun llorando, me respondió:

-No le estoy preguntando nada a Dios, no quiero que me responda nada. No entiendo porque permitió que ocurriera todo esto, pero lo amo y confío en Él. Sólo quiero que me abrace bien fuerte para que yo logre convivir con este sufrimiento.

Ese día entendí que valía la pena creer en Jesús. ¿A dónde vas cuando ruge la tormenta o tus recursos humanos fallan? Si Jesús no tiene lugar en tu vida, ¿a dónde vas? ¿A dónde corres cuando tu hijo está muriendo y no puedes hacer nada para ayudarlo? ¿A dónde vas si no es a Jesús?

Vale la pena creer en Cristo. Él nunca prometió que no llorarías, pero prometió que enjugaría tus lágrimas. Y si puedes tener el privilegio de que Jesús, tu querido Jesús, enjugue  tus lágrimas, entonces bienvenido sea al dolor.

Aférrate a Jesús en este momento, ábrele el corazón y déjalo entrar. Ve por la vida sin miedo, pues con el pastor a tu lado, la tormenta nunca te causará temor y la oscuridad no te asustará.