Neutralizando al enemigo

INTRODUCCIÓN

1. Hoy vamos a conocer los dos adjetivos que mejor describen el trabajo incesante del enemigo. Apocalipsis 12:7 al 12 presenta el currículum de Satanás. Aunque su verdadero nombre, el que figuraría en su “certificado de nacimiento”, no aparece en este pasaje, los nombres que figuran allí son los que recibió después de su apostasía. Lucifer fue el primer apóstata.

2. Vamos a tomar algunos momentos para estudiar los dos adjetivos que mejor describen su naturaleza (su temperamento, su forma de ser, su carácter). Al conocer su naturaleza, podremos defendernos mejor de sus artimañas.

I. Tenemos un enemigo

1. Nuestro enemigo es “el acusador”. En griego, la palabra para acusador es kategoros, y significa: “Alguien que realiza un esfuerzo prodigioso para crear enemistad entre dos personas”. Entonces, podemos concluir que el principal trabajo del enemigo es denigrar nuestra imagen delante de Dios y denigrar la imagen de Dios delante de nosotros. Satanás se esfuerza para alejarnos del favor divino. Hizo eso en el cielo: denigró la imagen de Dios entre los ángeles. Por esa razón, casi la mitad de los ángeles apostató junto con él (ver Elena G. de White, Historia de la redención, p. 18).

2. Además de “acusador”, también es “seductor”. En realidad, primero seduce y después acusa. Esta característica de seducción no aparece explícitamente en el versículo 9, pero puede inferirse. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra seducir como: “Engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo”. Desviar, engañar, deshonrar, atraer, encantar, fascinar y deslumbrar podrían estar relacionados con el arte de seducir.

3. Podemos percibir que estas dos características resumen la naturaleza de Satanás: es “seductor” y “acusador”. A veces, acusa en público; otras veces, en secreto. Cuando nos acusa en público, nos difama, arruina nuestra reputación, y genera escándalo y mal testimonio, para vituperio de Dios y del Evangelio. Cuando nos acusa en secreto, nos aterroriza, distorsiona nuestra imagen, intenta hacernos creer que no merecemos el perdón divino. Generalmente, dice: “Has ido demasiado lejos, eres indigno, eres una vergüenza, lo hiciste de nuevo; deja de luchar contra ti mismo, déjate llevar”.

4. Cuando se mezcla la seducción y la acusación, aparecen las siguientes sugerencias: “Lo que has hecho no es tan grave, todos lo hacen, es normal; tu religión está desactualizada”. O bien: “Dios no se preocupará por eso”.

a. Hay muchas personas que se afligen a causa de las acusaciones de Satanás (desánimo, depresión, rencor, miedo, inseguridad, duda, angustia, soledad, vergüenza, baja autoestima). No sin razón, la segunda parte del versículo 12 presenta una nota de pesar a los moradores de la Tierra: “¡Ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo” (NVI).

b. Esta es una verdad extremadamente desagradable, pero el contexto nos presenta la solución. No necesitamos andar cabizbajos, avergonzándonos de nuestro pasado y de nuestro presente. No necesitamos desilusionarnos de la vida porque no tenemos fuerzas para vencer las trampas que el enemigo coloca en nuestro camino. El versículo 11 presenta el socorro divino.

 

II. TENEMOS UN AMIGO

1. ¿Eres consciente de esto? “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio. No valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (NVI).

a. El “Cordero” es nuestra seguridad, nuestra bandera, nuestra arma contra el enemigo. Su sangre es el cumplimiento de la promesa hecha en Génesis 3:15. Cuando el versículo se refiere a nuestra victoria por medio de su sangre, hace alusión específica a lo que Jesús hizo por nosotros.

2. Nuestra victoria está asegurada mientras depositemos confianza en la expiación de Cristo.

a. “En toda nuestra desamparada indignidad, debemos confiar en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras haga esto” (Patriarcas y profetas, p. 201).

b. En la declaración anterior, derrotar a Satanás significa vencer sus seducciones y acusaciones manteniendo nuestra profesión de fe a pesar de las persecuciones y de los riesgos. En algunos casos, estas persecuciones pueden costar la vida de los hijos de Dios.

3. Sea como fuere, el ideal es “confiar en los méritos del Salvador”. En otras palabras: la gracia de Dios debe ser correspondida por la obediencia humana. La gracia de Dios, por medio de Jesús, nos libra de la seducción del enemigo; los méritos de Cristo nos libran de las acusaciones.

a. La gracia y los méritos divinos no nos libran de la obediencia; al contrario, nos estimulan a obedecer, porque de otro modo anulamos la operación de la gracia.

b. En resumen: aunque la seguridad del creyente es absoluta en la Expiación, necesita perseverar confiando en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Si deja de confiar, perderá los beneficios de la Expiación.

 

CONCLUSIÓN

1. Para vencer las seducciones y las acusaciones del enemigo, necesitamos echar mano diariamente de los méritos del Salvador y confiar siempre en el favor divino.

2. Nuestra victoria ya fue conquistada en el cielo y en la Tierra, y necesitamos apropiarnos de esos beneficios.

3. Si tu corazón encontró consuelo y seguridad en estas palabras, expresa a Dios tu gratitud.

Pastor Jair García Gois.