Apocalipsis 12:11 – Testigos victoriosos

Testigos victoriosos

Apocalipsis 12:11 

 

Introducción

1. “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (Apoc. 12:11 NVI).

2. El anciano Juan, preso por causa de su testimonio en la cárcel de la isla de Patmos (Apoc. 1:9), es la figura del profeta y del hombre justo que por amor a Jesús y a su iglesia sufrió calumnias, persecución y amenazas de muerte (Apoc. 2:10).

a. Así como ocurrió con él, ocurre y ocurrirá con todo testigo de Jesucristo (Apoc. 2:13).

b. Por causa del testimonio de los seguidores de Cristo, el gran enemigo emprende una gran persecución contra las hijos de Dios (ver Apoc. 12:17). Pero ellos vencerán por causa de la sangre de Jesús, que los amó (Apoc. 1:5; 5:9; 7:14).

 

I. Sufrimiento y persecución

1.  Ellos vencieron “por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (ver Apoc. 12:11).

a. La palabra “testimonio”, en lengua griega, es la misma palabra de la cual deriva el término “mártir” en las lenguas latinas (portugués, español), y el apóstol Juan une el sentido de esas dos palabras, testimonio y mártir, en muchos versículos del libro de Apocalipsis. La descripción que Jesús realiza de Antipas, su “testigo fiel”, “el que fue muerto […] donde Satanás habita” (Apoc. 2:13); de aquellos que “habían sufrido el martirio por causa de la palabra de Dios y por mantenerse fieles en su testimonio” (Apoc. 6:9); y también cuando habla de la sangre de los testigos de Jesús, que está embriagando a la prostituta (Apoc. 17:6); estos son algunos de los muchos versículos que asocian el testimonio con el sufrimiento en el libro de Apocalipsis.

b. Los testigos de Cristo no son testigos porque sufren, sino que sufren porque son testigos. Y como prueba final de la seriedad del testimonio, están dispuestos a enfrentar la propia muerte (Apoc. 12:11; 20:4).

c. Estos testigos son como banderas de Cristo, levantadas a lo largo de la historia, testificando delante de reyes, magistrados y jueces, y frente al acusador. Así como José, tratado de manera injusta por haber sido fiel; como Daniel, arrojado en el foso de los leones por ser un hombre de oración; como Isaías, aserrado al medio por decir la verdad al rey Manasés; como Jeremías, dejado en un pozo de barro por intentar salvar a su pueblo; como Job, perseguido por el enemigo de Dios por ser un hombre justo; como Esteban, apedreado por predicar en el poder el Espíritu Santo; como Pedro, crucificado cabeza abajo por predicar el evangelio de su Señor; y como Juan, quien después de una vida de luchas y privaciones recibió, a una edad muy avanzada, como “jubilación”, la reclusión en una isla que era una cárcel “por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús” (Apoc. 1:9). Todos ellos sufrieron y fueron perseguidos, pero “no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (Apoc. 12:11).

d. En el contexto de la vida de los apóstoles, Elena de White escribió: “Los apóstoles predicaban a Cristo con denodado valor, aunque sabían que al hacerlo estaban arriesgando constantemente la vida” (Los hechos de los apóstoles, p.134).

 

II. Victoria por la sangre del Cordero

1. Ellos “han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio” (Apoc. 12:11).

a. En la cruz, Cristo es el mayor testimonio sellado con sangre. Y Cristo crucificado es el mejor modelo para el testimonio del cristiano. El testimonio de un predicador que es vencedor incluye la participación personal en los sufrimientos de Cristo, y no solo una fría declaración (Apoc. 2:3, 7, 9-11, 13, 17; 5:5; 12:11).

b. A lo largo de la historia, en todo el desarrollo de la batalla entre Cristo y Satanás, “todo mártir de Jesús murió vencedor” (Patriarcas y profetas, 55).

2. Jesús es “el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados” (Apoc. 1:5). Él es el vencedor de los vencedores, y nuestra victoria es resultado de la victoria que él conquistó (ver Apoc. 17:14).

a. El mayor significado para la palabra “sangre” en el libro de Apocalipsis está en la muerte de Cristo (Apoc. 1:5; 5:9; 7:14; 12:11); y la “sangre del Cordero” representa la victoria absoluta de sus testigos fieles (Apoc. 5:6; 12:7; 7:14; 12:11; 13:8).

b. En una batalla común, la sangre del ejército equivale a la victoria del general. Pero en el gran conflicto entre Cristo y Satanás, la sangre del General, que es Jesús, corresponde a la victoria de todo su ejército.

 

Conclusión

1. Para muchos soldados de la Segunda Guerra Mundial, los verdaderos héroes fueron aquellos que murieron en el campo de batalla. Héroes desconocidos que dieron la vida para salvar a los que ahora darían testimonio. A través de ellos, los “vencedores” llegaron seguros al lugar de paz, al final de la guerra, y contaron la historia de cómo fueron salvos.

2. De la misma manera, la sangre de Jesús es el único medio para que lleguemos al final del Conflicto, y nuestro valor está en su sangre.

3. La vida cristiana es un campo de batalla, en el que todo combatiente deberá permanecer sin claudicar hasta el último día; pero, por causa del sacrificio de nuestro General, Jesucristo, incluso un soldado común y corriente podrá salir victoriosos.

4. Las victorias del dragón son pavorosas, pero provisorias: la victoria del Cordero es decisiva y definitiva. Y en el último día, cuando resuene la última trompeta, los predicadores sufrientes, en ese momento transformados en vencedores, van a exclamar: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” (Apoc. 22:20).

 

Flavio Pereira da Silva Filho es pastor de distrito en Redenção, Paraíba, Rep. del Brasil.

Apocalipsis 12.7-12 – Neutralizando al enemigo

Neutralizando al enemigo

INTRODUCCIÓN

1. Hoy vamos a conocer los dos adjetivos que mejor describen el trabajo incesante del enemigo. Apocalipsis 12:7 al 12 presenta el currículum de Satanás. Aunque su verdadero nombre, el que figuraría en su “certificado de nacimiento”, no aparece en este pasaje, los nombres que figuran allí son los que recibió después de su apostasía. Lucifer fue el primer apóstata.

2. Vamos a tomar algunos momentos para estudiar los dos adjetivos que mejor describen su naturaleza (su temperamento, su forma de ser, su carácter). Al conocer su naturaleza, podremos defendernos mejor de sus artimañas.

I. Tenemos un enemigo

1. Nuestro enemigo es “el acusador”. En griego, la palabra para acusador es kategoros, y significa: “Alguien que realiza un esfuerzo prodigioso para crear enemistad entre dos personas”. Entonces, podemos concluir que el principal trabajo del enemigo es denigrar nuestra imagen delante de Dios y denigrar la imagen de Dios delante de nosotros. Satanás se esfuerza para alejarnos del favor divino. Hizo eso en el cielo: denigró la imagen de Dios entre los ángeles. Por esa razón, casi la mitad de los ángeles apostató junto con él (ver Elena G. de White, Historia de la redención, p. 18).

2. Además de “acusador”, también es “seductor”. En realidad, primero seduce y después acusa. Esta característica de seducción no aparece explícitamente en el versículo 9, pero puede inferirse. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra seducir como: “Engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo”. Desviar, engañar, deshonrar, atraer, encantar, fascinar y deslumbrar podrían estar relacionados con el arte de seducir.

3. Podemos percibir que estas dos características resumen la naturaleza de Satanás: es “seductor” y “acusador”. A veces, acusa en público; otras veces, en secreto. Cuando nos acusa en público, nos difama, arruina nuestra reputación, y genera escándalo y mal testimonio, para vituperio de Dios y del Evangelio. Cuando nos acusa en secreto, nos aterroriza, distorsiona nuestra imagen, intenta hacernos creer que no merecemos el perdón divino. Generalmente, dice: “Has ido demasiado lejos, eres indigno, eres una vergüenza, lo hiciste de nuevo; deja de luchar contra ti mismo, déjate llevar”.

4. Cuando se mezcla la seducción y la acusación, aparecen las siguientes sugerencias: “Lo que has hecho no es tan grave, todos lo hacen, es normal; tu religión está desactualizada”. O bien: “Dios no se preocupará por eso”.

a. Hay muchas personas que se afligen a causa de las acusaciones de Satanás (desánimo, depresión, rencor, miedo, inseguridad, duda, angustia, soledad, vergüenza, baja autoestima). No sin razón, la segunda parte del versículo 12 presenta una nota de pesar a los moradores de la Tierra: “¡Ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo” (NVI).

b. Esta es una verdad extremadamente desagradable, pero el contexto nos presenta la solución. No necesitamos andar cabizbajos, avergonzándonos de nuestro pasado y de nuestro presente. No necesitamos desilusionarnos de la vida porque no tenemos fuerzas para vencer las trampas que el enemigo coloca en nuestro camino. El versículo 11 presenta el socorro divino.

 

II. TENEMOS UN AMIGO

1. ¿Eres consciente de esto? “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio. No valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (NVI).

a. El “Cordero” es nuestra seguridad, nuestra bandera, nuestra arma contra el enemigo. Su sangre es el cumplimiento de la promesa hecha en Génesis 3:15. Cuando el versículo se refiere a nuestra victoria por medio de su sangre, hace alusión específica a lo que Jesús hizo por nosotros.

2. Nuestra victoria está asegurada mientras depositemos confianza en la expiación de Cristo.

a. “En toda nuestra desamparada indignidad, debemos confiar en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras haga esto” (Patriarcas y profetas, p. 201).

b. En la declaración anterior, derrotar a Satanás significa vencer sus seducciones y acusaciones manteniendo nuestra profesión de fe a pesar de las persecuciones y de los riesgos. En algunos casos, estas persecuciones pueden costar la vida de los hijos de Dios.

3. Sea como fuere, el ideal es “confiar en los méritos del Salvador”. En otras palabras: la gracia de Dios debe ser correspondida por la obediencia humana. La gracia de Dios, por medio de Jesús, nos libra de la seducción del enemigo; los méritos de Cristo nos libran de las acusaciones.

a. La gracia y los méritos divinos no nos libran de la obediencia; al contrario, nos estimulan a obedecer, porque de otro modo anulamos la operación de la gracia.

b. En resumen: aunque la seguridad del creyente es absoluta en la Expiación, necesita perseverar confiando en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Si deja de confiar, perderá los beneficios de la Expiación.

 

CONCLUSIÓN

1. Para vencer las seducciones y las acusaciones del enemigo, necesitamos echar mano diariamente de los méritos del Salvador y confiar siempre en el favor divino.

2. Nuestra victoria ya fue conquistada en el cielo y en la Tierra, y necesitamos apropiarnos de esos beneficios.

3. Si tu corazón encontró consuelo y seguridad en estas palabras, expresa a Dios tu gratitud.

Pastor Jair García Gois.

 

Apocalipsis 1.1-3 – La receta divina para nuestra felicidad

La receta divina para nuestra felicidad

Apocalipsis 1:1-3 

INTRODUCCIÓN

¿Recuerdas la alegría que te causó el haber aprendido a leer por primera vez? Podemos sentir la misma alegría cuando leemos algo importante y significativo por primera vez.

 

DESARROLLO

Apocalipsis 1: 1-3. Leamos el versículo 1. Del griego, apokálupsis, “revelación”. “La revelación de Jesucristo” puede considerarse como el título que Juan le dio a este libro. Este título niega categóricamente el concepto de que el Apocalipsis es un libro sellado y, por lo tanto, casi imposible de ser entendido.

Dichosos los hijos de Dios que saben aprovechar los medios provistos por el Señor. ¿Cómo podemos comprobar que es posible vivir de manera dichosa al lado de Jesús, por solo obedecer sus consejos? Por allí escuchamos: “Nuestros hogares deben ser un pedacito del cielo aquí en la tierra”. Veamos cómo es posible lograr esto.

 

DICHOSO EL QUE LEE (Apoc. 1:3)

Apocalipsis 1:3 seguramente tenía en mente, en primer lugar, a la persona que se escogía en la iglesia para leer en público las Escrituras. Juan anticipa la lectura pública del libro que ahora dirige a “las siete iglesias que están en Asia” (vers. 4), en la presencia de los miembros reunidos de cada congregación (cf. Col. 4:16; 1 Tes. 5:27). Esta práctica cristiana refleja la costumbre judía de leer “la ley y los profetas” en la sinagoga cada sábado (Hech. 13:15, 27; 15:21; etc.).

¿Cuánto tiempo estoy dedicando a lectura de la Palabra de Dios? ¿Cuánto tiempo le dedicamos como iglesia?

Ilustración: “Ella tenía el libro”. Un anciano de iglesia visitó a una ancianita de su iglesia. Ella afirmaba que tenía un ejemplar completo de la Biblia. Le pidió a su nietecito que la fuera a buscar en el armario del garaje. Al recibirla, para su sorpresa, encontró dentro de ella su par de anteojos que había perdido seis meses atrás. Sí, ella tenía un ejemplar de la Biblia. Pero, evidentemente; ¡cuán poco la leía!

Aplicación: ¿Cuánto valor tiene poseer la Palabra de Dios, si no la leemos con la frecuencia debida? “Dime qué lees y te diré qué crees”. Pidamos al Señor que nos dé fuerzas y disposición para dedicar más tiempo a la lectura de su Palabra. Lucas registra que los bereanos eran “más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hech. 17:11). ¿Cuál será la actitud tuya de hoy en adelante?

 

DICHOSO EL QUE OYE

Oír la Palabra de Dios es como beber agua para el sediento. En la actualidad se oyen muchas voces: las de amigos, las de los padres, la de un maestro. Pero la peor de todas es la voz del enemigo, que nos dice: “Aún no es el tiempo”, “Todo tiene su tiempo”, “No hagas caso”, etc. Recuerda: “Desde la entrada del pecado toda comunicación entre el cielo y la tierra ha sido por medio de Cristo” (Patriarcas y profetas, p. 382).

“Bienaventurados los que […] oyen” (Apoc. 1:3). Romanos 10:17 nos confirma que: “La fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”.

Ilustración: “La hermana que no sabía leer”. Un día, el pastor estaba preguntando a los hermanos quién fue el instrumento que había utilizado el Señor para traerlos a la iglesia. Un hermano testificó: “A mí me trajo la hermana Yolanda”. El pastor quedó extrañado, al recordar que ella no sabía leer. Entonces indagó: “Cuéntame, hermano, ¿cómo fue eso?” Él respondió: “La hermana Yolanda llegaba a casa pidiendo que le ayudáramos a leer los textos subrayados que el pastor había utilizado en el sermón”. Más intrigado aún, el pastor le preguntó a la hermana Yolanda. “Es muy sencillo, pastor”, dijo ella, “cada sábado, yo le pedía a una hermana que me subrayara todo lo que usted leía, y lo único que yo hacía era mostrarle todo lo marcado ese día y se lo explicaba. Por lo visto, entendieron sus sermones y comprendieron la invitación de parte de Dios. Aquí tiene usted a don Gerónimo con toda su familia (9 personas). Es cierto que yo no sé leer ni escribir, pero sé escuchar y transmitir lo aprendido”.

Aplicación: Saber escuchar es un don del cielo, más aún cuando se refiere a oír un mensaje proveniente del mismo Dios. Alguien dijo: “El que sabe hablar gana plata, el que sabe oír gana oro”. Pidamos al Señor que nos dé oídos sensibles a su voz, sin importar el instrumento que él elija.

 

III. DICHOSO EL QUE GUARDA

Guardar lo leído o escuchado de parte del Señor es motivo de gozo y alegría. “Bienaventurado el que […] guarda las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca” (ver. 3). La expresión “y guarda”, indica que el Apocalipsis no es una simple predicción. Esta cláusula señala que la revelación es de carácter moral. Su objetivo es que la iglesia la acepte con obediencia, pues proviene de Dios.

Aplicación: Solo aquellos que toman tiempo para sentarse a los pies de Jesús, como lo hizo María, podrán recoger la mejor parte que nadie les quitará. María supo aprovechar la visita de Jesús, porque tomó tiempo para oír las palabras de vida del gran Maestro. Recuerda el consejo divino: “Sed hacedores de la Palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Sant. 1: 22).

 

CONCLUSIÓN

El Señor se complace en la felicidad de sus hijos. Por eso proveyó el medio para que la podamos alcanzar: las Escrituras. Los bereanos llegaron a ser más nobles que los de Tesalónica, porque escudriñaban cada día las Escrituras. La Palabra de Dios nos confirma que es posible vivir vidas dichosas en un mundo turbulento. El Señor proveyó todos los medios para nuestra felicidad, ¿estamos dispuestos a utilizar esos recursos? 

Pr. Anastacio Giménez

Unión Paraguaya.

 

Daniel 5 – El mensaje escrito en la pared

El mensaje escrito en la pared

Daniel 5

Introducción

1. ¿Cuál es el mayor error que se puede cometer en la vida? ¿Cuál es la más tonta de las decisiones? El mayor equívoco que se puede cometer en la vida es dejar de aprender por medio de los errores cometidos por nosotros mismos en el pasado. La más tonta de las decisiones es decidir ignorar las advertencias de Dios; es violar repetidamente la conciencia, rechazando el consejo de Dios y dando la espalda a sus instrucciones. Es apartarse de las oportunidades que Dios nos ofrece.

2. Belsasar, nieto de Nabucodonosor, tuvo muchas oportunidades para servir a Dios. Podría haber aprendido de su abuelo, que había dedicado la vida al verdadero Dios, o del profeta Daniel, que había vivido durante setenta años en Babilonia testificando en favor de la verdad.

a. La luz de la verdad brilló sobre Belsasar, pero él la rechazó totalmente. No sabía que un día de juicio fatal se estaba acercando más rápidamente de lo que imaginaba. Belsasar aprendió, como también nosotros necesitamos aprender, que una cosa es segura: hay un día de juicio para todos nosotros. Para Belsasar, ya era demasiado tarde.

 

I. La última noche de Belsasar

1. Leer Daniel 5:1 al 4. Belsasar hizo un gran banquete, se embriagó y profanó los objetos sagrados. Ese acto provocó el juicio de Dios sobre Babilonia. Los vasos sagrados del Templo de Jerusalén habían sido dedicados, en Israel, para el uso en el servicio santo de adoración al verdadero Dios.

a. Era una blasfemia profanar aquellos vasos sagrados llenándolos con vino intoxicante, en una bacanal en la corte de Babilonia. El Rey había traspuesto la línea divisoria entre su poder y el poder de Dios; y cruzó los límites: el juicio estaba pronto para suceder.

b. Hoy, hay muchos que han vivido de la misma manera que Belsasar. Jesús advierte que la época en que vivimos es un tiempo solemne, de cautela, vigilancia y oración (Luc. 21:34-36).

 

II. La intervención divina: el mensaje escrito en la pared

1. Daniel 5:5 al 17. En el mismo instante en que eran profanados los utensilios sagrados, apareció una mano que escribía en la pared del palacio. El Rey quedó anonadado; su rostro empalideció. Fue presa del miedo. Su cuerpo tembló nerviosamente. Sus pensamientos eran ideas terroríficas. Él sabía que algo no estaba bien, pero no estaba seguro de qué era. ¿Qué trágico acontecimiento anticipaba la escritura en la pared? Era el día del juicio, que había llegado a Belsasar.

2. Otra vez llamaron a Daniel, para que interpretara la escritura. Daniel había interpretado el sueño de Nabucodonosor muchos años antes. Había servido como estadista en Babilonia durante setenta años. Su reputación de correcto servidor público era bien conocida. Su sabiduría en asuntos políticos había repetidamente influido sobre la Nación. A pesar de todo eso, Belsasar, con la mente obnubilada por las bebidas fuertes, trató de humillar a Daniel sugiriendo que era simplemente un esclavo judío.

3. En un intento desesperado por entender la escritura misteriosa, Belsasar le ofreció a Daniel grandes recompensas si era capaz de explicar el significado de aquellas extrañas palabras. Daniel replicó: “Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación”.

a. ¡Daniel no aceptaba ser sobornado! Sus servicios no estaban en venta; su único motivo era servir a Dios. Su única ambición era honrar el Reino de Dios. Daniel aprovechó esa oportunidad para recapitular los intentos de Dios para salvar a Babilonia. A través de la historia de Babilonia, Dios le dio repetidas oportunidades para conocer su voluntad.

b. De muchas maneras, Dios llamó a la puerta de la gran Babilonia. Aquellas oportunidades estaban, ahora, llegando rápidamente a su fin. La puerta de la misericordia, abierta durante setenta años, estaba por cerrarse. Los babilonios habían endurecido el corazón, y era poco lo que Dios podría hacer en tales circunstancias, excepto dejarlos entregados a sus propios deseos egoístas.

 

III. El mayor error de la vida

1. ¿Cuál fue el error de Belsasar? ¿Por qué su culpa fue tan grande? Leer Daniel 5:22.

a. A pesar de conocer a Dios, Belsasar no se había entregado al poder divino. Sabía qué era lo correcto, pero no lo hizo. Dio las espaldas a la luz que Dios le había dado. Escogió las tinieblas en lugar de la luz.

2. La condición del ser humano es peor cuando yerra conscientemente (Sant. 4:17).

a. El pecado de Babilonia era grande, porque los babilonios se rebelaron abiertamente contra Dios, cuando sabían muy bien cuál era la voluntad de Dios y lo mejor para ellos.

b. Hoy, nuestro mundo está siguiendo por el mismo camino de Babilonia. Las personas tienen conocimiento del plan de Dios para su vida, pero se niegan a seguir sus caminos.

3. Ésta era la frase escrita que apareció en la pared, que determinaba el juicio de Dios sobre Babilona: MENE, MENE, TEKEL, UPARSÍN

a. Y ésta es la interpretación de Daniel, profeta: “MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y persas”.

 

Conclusión y llamado

1. Hay una última noche para cada uno de nosotros y para cada cosa en la tierra. Hay una línea invisible que no podemos cruzar sin sufrir las consecuencias. El juicio vendrá una vez para la sociedad entera. Cuando el número acumulado de pecados llegue a cierta cantidad, Dios dirá: “Es suficiente”.

a. En los días de Noé, los hombres malos sellaron sus destinos.

b. En el tiempo de Sodoma y Gomorra, el resultado acumulado del pecado selló la condenación de la ciudad, y el juicio de fuego cayó del cielo. Así será también en los últimos días.

2. El tiempo está próximo: “El tiempo está cerca. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apoc. 22:10-12).

3. Nuestro Señor nos invita a ir a él ahora. Los glamorosos “placeres” del pecado no valen la pena.

a. Por ahora, sus brazos todavía están abiertos. Su misericordia está a nuestra disposición. Su gracia nos toca. Ahora, su Espíritu todavía impresiona nuestro corazón.

b. ¿Por qué no venir a él en este momento? ¿Por qué cometer el mismo error trágico de Belsasar? ¡No demore; entregue a él su vida HOY!

4. Pronto llegará el día del juicio final, que será un día para rendir cuentas; un día de juicio en el que cada individuo tendrá su sentencia. Las decisiones que usted y yo tomamos hoy están determinando nuestro destino eterno.

a. Entreguemos hoy nuestra vida a Jesús.

 

(Colaboración de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana.)

Daniel 4 – De la gloria al fondo del pozo

De la gloria al fondo del pozo

Daniel 4

Introducción

1. Dios se revela frecuentemente de maneras sorprendentes. Algunas veces, con voz tranquila, suave, tratando de guiarnos al camino correcto. Otras veces, con una voz insistente, trata, por medio de la conciencia, de convencernos del pecado.

2. Hay ocasiones en que la voz de Dios es fuerte.

a. Esa voz interrumpe la rutina de nuestra vida. Él nos detiene en nuestro camino. Nos aplica un shock, especialmente cuando nuestra vida parece estar desintegrándose y todo parece estar al revés.

b. Podemos, incluso, estar en peligro de perder todo aquello por lo que hemos luchado durante toda la vida. Y, cuando menos lo esperamos, Dios nos sorprende. Entra en nuestra vida de manera extraordinaria.

3. Eso es lo que le ocurrió al rey Nabucodonosor; y puede suceder con nosotros también.

 

I. Testimonio de Nabucodonosor

1. Daniel 4:1 al 3. Nabucodonosor encontró por fin la fuente de paz interior. Descubrió a aquél que nos brinda estabilidad y calma internas ante cualquier situación (Isa. 26:3). Parecía estar desbordando de gratitud a Dios. La vida del rey pagano fue transformada.

a. Nabucodonosor fue transformado por la gracia de Dios. Él necesitaba contar su historia; quería compartir la grandeza del Dios que cambió su vida.

b. Si Dios cambió a Nabucodonosor, puede también cambiar nuestra vida, sin importar los errores que hayamos cometido. Si su vida está llena de miserias, recuerde que Dios puede transformarlo.

 

II. La tragedia predicha

1. Nabucodonosor describió como feliz y tranquila su vida antes de conocer a Dios (leer Dan. 4:4).

a. Es muy fácil sentirse lleno de sí mismo cuando las cosas van bien en nuestra vida. Ocasionalmente, Dios permite que nos sobrevenga el revés y la adversidad para conducirnos a él. Ése fue el caso de Nabucodonosor.

b. Nabucodonosor tuvo un nuevo sueño, que predijo la adversidad que le ocurriría. Justo en momentos en que estaba lleno de orgullo, en el auge de su poder, fue “cortado”. Nosotros podemos aprender una lección de su patética experiencia.

2. Dios está en el comando de todas las cosas, y necesitamos reconocer que dependemos de él.

a. En la visión del árbol, Nabucodonosor presenció el colapso de su propio reinado. El corte del árbol representaba la caída de Nabucodonosor del favor divino y la pérdida de su reino.

3. Durante siete años, el Rey experimentaría una especie de enfermedad mental que lo haría pensar y actuar como un animal. Es difícil imaginar al brillante y popular rey de Babilonia vagando por los campos como un animal salvaje. Atacado por esa locura temporaria, dejó que las uñas y los cabellos le crecieran, y no se bañaba. Se sentía más cómodo entre los animales que en la corte real.

a. ¡Qué contraste con la vida que antes llevaba en el palacio! El Rey llegó al “fondo del pozo”. Su vida llegó a convertirse en un desastre total, una ruina absoluta. Ya no había lugar hacia donde mirar, a no ser hacia lo alto. No había ya nadie hacia quien volverse, sino a Dios.

 

II. El llamado de Dios al arrepentimiento

1. ¿Qué consejo le dio Dios al Rey? Leer Daniel 4:27.

a. Los juicios inexorables de Dios pueden ser evitados si nos arrepentimos. Es peligroso continuar haciendo nuestra propia voluntad, desobedeciendo a Dios. La falta de las bendiciones de Dios hace que ocurran en nuestra vida verdaderas tragedias.

2. Cargado de orgullo, en el auge del poder, Nabucodonosor fue “cortado” de la sociedad humana.

a. ¡Qué lección para nosotros! Una negligencia en reconocer a Dios en nuestra vida nos deja desprotegidos y nos vuelve víctimas de las tragedias.

b. Nabucodonosor, rey de Babilonia, recuperó su salud mental sólo cuando reconoció al verdadero Dios. El Rey miró hacia el cielo, reconoció al Dios del universo. Su vida fue cambiada.

 

Conclusión y llamado

1. En cierto sentido, la historia de Nabucodonosor es su historia y mi historia. También nosotros necesitamos la gracia de Dios; también podemos quedar confusos o enajenados, sin saber hacia dónde ir.

2. El triunfo sólo vendrá si tenemos un corazón arrepentido y estamos dispuestos a reconocer que todo lo que tenemos y todo lo que podemos conseguir en esta vida viene únicamente de Dios. El triunfo sólo vendrá si usted reconoce que Dios es el que está en el comando de todo.

3. Dios nos hace una invitación en Isaías 45:22: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”.

a. Dios nos invita a que vayamos a él. En él encontramos la seguridad que tanto anhelamos.

b. La vida es tan frágil. Nuestro trabajo, nuestro hogar, nuestro matrimonio y nuestra salud nos ofrecen poquísima seguridad permanente. Podemos perder todo en un momento. En Dios, y solamente en él, podemos encontrar la fuerza, el significado y el propósito para la vida.

c. ¿No le gustaría hoy correr a los brazos de Jesús? ¿No le gustaría sentir su abrazo afectuoso y oír su tranquilizadora voz, diciendo: “Tú eres mío. Yo nunca te dejaré”?

(Colaboración de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana.)

Daniel 2 – Dios en el control de la historia

Dios en el control de la historia

Daniel 2

Introducción

1. El futuro siempre ha intrigado a las personas. ¿Qué va a suceder y cómo enfrentar el mañana con más confianza? ¿En qué tipo de mundo vivirán nuestros hijos? Muchos dicen que tienen informes seguros en cuanto al futuro: hechiceros, parapsicólogos, astrólogos y magos sostienen que tienen la habilidad de prever los acontecimientos.

2. En Daniel 2, Dios desafía a los adivinos.

a. Dios se revela como el único que conoce el futuro. En este capítulo, Dios bosqueja claramente la historia con una anticipación de dos mil quinientos años, previendo exactamente el surgimiento y la caída de los imperios. Es impresionante observar la habilidad de Dios para guiar el destino de las naciones.

b. Si él es lo suficientemente sabio como para predecir el futuro y lo suficientemente poderoso como para orquestar el surgimiento y la caída de las naciones, puede, ciertamente, guiar nuestra vida personal. Todos podemos confiar en Dios.

I. El sueño del rey Nabucodonosor

1. Leer Daniel 2:1 al 15. Aquella noche, un sueño inusual perturbó a Nabucodonosor. A la mañana siguiente convocó a los magos y los encantadores para que le contaran lo que había soñado y le dieran su interpretación.

a. Los sabios fallaron completamente. Dios, en forma milagrosa, ocultó el sueño de la mente de Nabucodonosor, de tal manera que no podía acordarse de nada. Si el Rey hubiera dicho el sueño, los magos y los encantadores habían sido capaces de inventar una interpretación que fuera convincente para Nabucodonosor.

b. Los sabios eran considerados las mentes más brillantes del reino, y usaban artificios para engañar. Los magos se valían de trucos y encantamientos. Los astrólogos observaban la posición de las estrellas, como un medio de tratar de prever el futuro. Los hechiceros y los espiritualistas decían que se comunicaban con los muertos. Los caldeos, la elite educada en las ciencias babilónicas, trataban de revelar el futuro mediante cálculos matemáticos.

c. Ninguno de ellos pudo manifestar cuál había sido el sueño y cuál era su interpretación. El Rey, airado, condenó a muerte a todos los hombres sabios de Babilonia.

2. Muchas veces, usted está angustiado buscando respuestas para su vida. Anhela saber qué ocurrirá en el futuro, cómo ser feliz, cómo tener una vida mejor. Como en los días de Daniel, las cosas se repiten hoy: hay astrólogos, maestros, espiritualistas y tantos otros, que afirman que tienen poder para descorrer el velo del futuro.

a. Ellos no son capaces de conocer el futuro por sí mismos. Sólo en Dios y en la Biblia, la Palabra de Dios, podemos encontrar la respuesta para el futuro, para nuestra felicidad, y para comprender y resolver todas las cuestiones de la vida.

II. Dios revela el futuro

1. Leer Daniel 2:16 al 30. Daniel fue el primero que fue buscado por los agentes del gobierno para ser ejecutado, porque formaba parte del grupo de sabios que tenían acceso permanente al Rey; sólo que Daniel no sabía lo que estaba sucediendo y, por eso, rogó un poco de tiempo y consultó a Dios (Dan. 2:16-18).

a. Aquí comenzamos a entender una de las llaves que abre las puertas para la solución de los problemas: la oración. Al orar, usted podrá encontrar las respuestas sobre los enigmas del futuro y sobre su vida.

2. Dios tiene sabiduría y fuerza.

a. Dios reveló, en el sueño de Nabucodonosor, la historia de los imperios de este mundo y lo que ha de ser en los últimos días de la historia de la tierra. El sueño de Nabucodonosor apunta al tiempo del fin; predice los eventos que ocurren hasta que se cierre la historia de la tierra.

III. El sueño y su interpretación (Dan. 2:31-35)

1. Babilonia

a. El oro es un símbolo apropiado para Babilonia. Nabucodonosor gobernó el mundo desde el año 605 a.C. hasta el 539 a.C. Babilonia, ubicada en lo que hoy llamamos Irak, a cien kilómetros al sur de Bagdad, era la ciudad capital del Imperio, y llegó a ser el centro de la más poderosa nación del Oriente Medio de aquella época. Su dios más importante, Berl-Marduk, estaba confeccionado con oro macizo. Su imagen de oro lo representaba sentado en un trono de oro, frente a una mesa de oro, en un templo con cúpula de oro. El profeta Isaías llama también a Babilonia “la ciudad codiciosa de oro” (Isa. 14:4).

b. Sin embargo, Babilonia no duraría para siempre: sería derrotada por otro poder.

2. Medo-Persia

a. Los medo-persas derrotaron a los babilonios en el año 539 a.C. Ciro, el general que comandó los ejércitos de aquel pueblo, aparece predicho en la Biblia por su propio nombre, ciento cincuenta años antes, tal como se puede apreciar en Isaías 44:28 y 45:1. El Imperio Medo-Persa gobernó esa región del mundo desde 539 a.C. hasta 331 a.C.

3. Grecia

a. La nación de Grecia venció a los medo-persas. Grecia gobernó el mundo desde el año 331 a.C. hasta el 168 a.C. Alejandro Magno conquistó el mundo a los 33 años de edad.

4. Roma

a. Los romanos conquistaron a los griegos en el año 168 a.C. El Imperio Romano dirigió al mundo durante el tiempo de Cristo. César Augusto, emperador romano, fue el que decretó que todo el mundo pagara impuestos. Un tribunal romano juzgó a Jesús y soldados romanos lo clavaron en la cruz.

b. El profeta Daniel predijo que el Imperio Romano sería dividido. La división del Imperio ocurrió desde el 351 d.C. hasta el 476 d.C. Ningún imperio subsecuente venció a los romanos. Roma fue dividida exactamente tal como el profeta había predicho; las tribus bárbaras del norte invadieron el Imperio Romano, lo que resultó posteriormente en la división en estados separados. Las naciones de la Europa de hoy (Francia, Alemania, Inglaterra, España, Italia, etc.) fueron predichas en este espantoso sueño.

Conclusión y llamado

1. Profecía cumplida.

a. En Daniel 2:43, la Palabra de Dios es clara. Aquellas ocho palabras: “No se unirán el uno con el otro” han detenido a todos y cada uno de los que pretendieron conquistar Europa durante el transcurso de los siglos. La profecía bíblica es exacta: el futuro está solamente en las manos de Dios.

2. Esperanza a la vista. Leer Daniel 2:44.

a. El regreso de Jesús es la esperanza que está ante nosotros. Cristo es la piedra que derribó finalmente aquella sucesión histórica (1 Cor. 10:4). Pronto, las fuerzas del mal serán aplastadas, quebradas en pedazos y destruidas.

b. Pronto, los cielos se abrirán y veremos a Jesús volviendo con el propósito de implantar su Reino eterno para siempre.

3. Diga hoy: “Señor Jesús, escojo seguirte en todas las cosas y ser uno de tus hijos. Quiero que te acuerdes de mí cuando vengas en tu Reino. Señor, entrego hoy mi vida a ti, junto con aquellos hábitos míos que no son agradables a tu voluntad”.

a. Que podamos entregar el control de nuestra vida a Jesús y prepararnos para vivir eternamente con él.

(Colaboración de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana.)