Por qué y cómo hacer llamados evangelísticos

Por qué y cómo hacer llamados evangelísticos

El llamado evangelístico no es una idea humana. La Biblia entera, desde el Génesis hasta el Apocalipsis es un libro de llamado. En los últimos versículos de las Sagrada Escrituras encontramos la descripción de una iglesia cuya misión es llamar a los pecadores al arrepentimiento: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” (Apocalipsis 22:17)

El Apóstol Pablo no solo llamaba, sino rogaba que las personas se entregasen a Jesús. Él afirma que “somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” (2 Corintios 5:19-20)

Pablo solo seguía el ejemplo del primer evangelista de la Biblia. (2 Pedro 2:5) La Sierva de Dios dice, refiriéndose a Noé: “El arca se terminó en todos sus aspectos como Dios lo había mandado, y fue provista de alimentos para los hombres y las bestias. Y entonces el siervo de Dios dirigió su última y solemne súplica a la gente. Con anhelo indecible, les rogó que buscasen refugio mientras era posible encontrarlo. ” (White, Elena. Dios nos Cuida. Pág. 194)

Observa cuantas veces se repite el verbo “rogar”. Esto denota la insistencia del predicador. La predicación no es la simple exposición de un asunto sino la persuasión de los oyentes a comprometerse con Cristo y el mensaje.

SE HACE EL LLAMADO PARA ALCANZAR AL SER HUMANO COMPLETO

Si desde el punto de vista divino el propósito de la predicación es la persuasión, necesitas alcanzar al ser humano en su unidad completa.  Todos poseemos facultades físicas, mentales y espirituales, y en la hora del llamado, la persona debe ser alcanzada en esas tres áreas.

Las cosas relevantes que el ser humano hace, las hace con su cuerpo, su mente y su corazón. Por eso Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (Mateo 22:37) Y Pablo afirmó: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)

Cuando el predicador llama a las personas las está comprometiendo con Cristo y el mensaje. El llamado es la manifestación física de que el oyente a entendido el mensaje con su mente y lo ha aceptado con su corazón. La Sierva de Dios sabía, que esa era la forma correcta de predicar, y por eso cuando predicaba, no dejaba de hacer un llamado a los oyentes. En cierta ocasión escribió “Asistí a la reunión en la Iglesia de Battle Creek. Aproximadamente durante una hora hablé con libertad a los hermanos acerca de que la caída de Adán trajo desgracia y muerte… Sentí que debía instar a la gente en cuanto a la necesidad de una entera consagración a Dios: la santificación del ser entero, alma, cuerpo y espíritu… Hubo profundidad de sentimiento en la congregación… En la reunión esa noche, llamé al frente a los que tenían un deseo de ser cristianos. Se adelantaron trece. Todos dieron testimonio para el Señor. Fue una buena obra.” (White, Elena. Diario, Enero 12, 1868).

PASOS PARA HACER LLAMADOS EVANGELÍSTICOS

En primer lugar, recuerda que la tarea de llamar a los pecadores al arrepentimiento es del Espíritu. Por lo tanto, prepárate espiritualmente para ser un instrumento útil en las manos del Espíritu. Ora mucho, conságrate a Dios, no olvides que tú eres apenas una herramienta que Dios usa cuando desea, y cuando quiere, descarta. Sin embargo, hay algunos pasos que son necesarios conocer para alcanzar a los oyentes con más eficacia.

  1. El llamado empieza en la hora de la alabanza congregacional.- Escoge himnos con letras que inspiren a las personas a responder al llamado. Ellas ni siquiera saben que se les hará un llamado y sin embargo ya estarán cantado y diciendo que aman a Jesús y desean seguirle.
  2. Continúa con la oración inicial.- Las personas desean que otros oren por ellas. Antes de leer el texto y comenzar la predicación, pida que las personas que desean presentar sus pedidos de oración vengan al frente. Así ellas ya se estarán familiarizando para responder al llamado después del mensaje.
  3. No temas decir que vas a hacer un llamado.- El llamado no tiene que ser una sorpresa para el oyente. Así que no temas repetir algunas veces durante la predicación, que al final llamarás a las personas que acepten la invitación de seguir a Jesús.
  4. Cuando llegue el momento del llamado explica con claridad y sencillez, lo que deseas.- Nada de subterfugios, ni artimañas, ni falsas promesas. El llamado debe ser honesto si deseas que Dios actúe. ¿Estás llamando a las personas para que se entreguen a Jesús? ¿Para que estudien la Biblia? ¿Para que se bauticen? ¿O simplemente para orar por ellas? El llamado tiene que estar claro en tu mente para que las personas logren entender y responder.
  5. En la hora del llamado usa un himno cuyas letras combinen con el mensaje presentado.- La música es el idioma del cielo y tiene un poder extraordinario. El espíritu Santo usa el mensaje hablado pero hay rincones del Corazón humano a donde solo llega el mensaje cantado. “El canto es uno de los medios más eficaces de impresionar el corazón con la verdad espiritual. A menudo, por las palabras del cántico sagrado, fueron abiertas las fuentes del arrepentimiento y de la fe.” (White Elena, Evangelismo. Pag, 365)
  6. Después que has hecho bien tu parte, deja los resultados con Dios.– Nosotros presentamos el mensaje de la manera más clara posible y después invitamos a las personas para que acepten a Jesús, pero no tenemos la capacidad de transformar vidas. Esa es la obra del Espíritu Santo. Deja esa obra con Él. No temas. No dudes. La Sierva de Dios también a veces dudó de hacer llamados pero observa lo que ella escribió al respecto. “Mi corazón se llenó de gratitud a Dios por la decisión de estas dos mujeres. Entonces comprendí por qué había sido impresionada a hacer esa invitación. Al principio dudé en hacerla debido a que solamente mi hijo y yo estábamos allí para ayudar a los que pasaran. Pero sentí como si una voz me hubiera hablado, y el pensamiento llegó a mi mente: “¿No puedes confiar en el Señor?” Entonces respondí: “Lo haré, Señor”. (White, Elena. Hijas e Hijos de Dios. Pág. 243)

 

 

 

 

 

 

Apocalipsis 12:11 – Testigos victoriosos

Testigos victoriosos

Apocalipsis 12:11 

 

Introducción

1. “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (Apoc. 12:11 NVI).

2. El anciano Juan, preso por causa de su testimonio en la cárcel de la isla de Patmos (Apoc. 1:9), es la figura del profeta y del hombre justo que por amor a Jesús y a su iglesia sufrió calumnias, persecución y amenazas de muerte (Apoc. 2:10).

a. Así como ocurrió con él, ocurre y ocurrirá con todo testigo de Jesucristo (Apoc. 2:13).

b. Por causa del testimonio de los seguidores de Cristo, el gran enemigo emprende una gran persecución contra las hijos de Dios (ver Apoc. 12:17). Pero ellos vencerán por causa de la sangre de Jesús, que los amó (Apoc. 1:5; 5:9; 7:14).

 

I. Sufrimiento y persecución

1.  Ellos vencieron “por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (ver Apoc. 12:11).

a. La palabra “testimonio”, en lengua griega, es la misma palabra de la cual deriva el término “mártir” en las lenguas latinas (portugués, español), y el apóstol Juan une el sentido de esas dos palabras, testimonio y mártir, en muchos versículos del libro de Apocalipsis. La descripción que Jesús realiza de Antipas, su “testigo fiel”, “el que fue muerto […] donde Satanás habita” (Apoc. 2:13); de aquellos que “habían sufrido el martirio por causa de la palabra de Dios y por mantenerse fieles en su testimonio” (Apoc. 6:9); y también cuando habla de la sangre de los testigos de Jesús, que está embriagando a la prostituta (Apoc. 17:6); estos son algunos de los muchos versículos que asocian el testimonio con el sufrimiento en el libro de Apocalipsis.

b. Los testigos de Cristo no son testigos porque sufren, sino que sufren porque son testigos. Y como prueba final de la seriedad del testimonio, están dispuestos a enfrentar la propia muerte (Apoc. 12:11; 20:4).

c. Estos testigos son como banderas de Cristo, levantadas a lo largo de la historia, testificando delante de reyes, magistrados y jueces, y frente al acusador. Así como José, tratado de manera injusta por haber sido fiel; como Daniel, arrojado en el foso de los leones por ser un hombre de oración; como Isaías, aserrado al medio por decir la verdad al rey Manasés; como Jeremías, dejado en un pozo de barro por intentar salvar a su pueblo; como Job, perseguido por el enemigo de Dios por ser un hombre justo; como Esteban, apedreado por predicar en el poder el Espíritu Santo; como Pedro, crucificado cabeza abajo por predicar el evangelio de su Señor; y como Juan, quien después de una vida de luchas y privaciones recibió, a una edad muy avanzada, como “jubilación”, la reclusión en una isla que era una cárcel “por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús” (Apoc. 1:9). Todos ellos sufrieron y fueron perseguidos, pero “no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (Apoc. 12:11).

d. En el contexto de la vida de los apóstoles, Elena de White escribió: “Los apóstoles predicaban a Cristo con denodado valor, aunque sabían que al hacerlo estaban arriesgando constantemente la vida” (Los hechos de los apóstoles, p.134).

 

II. Victoria por la sangre del Cordero

1. Ellos “han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio” (Apoc. 12:11).

a. En la cruz, Cristo es el mayor testimonio sellado con sangre. Y Cristo crucificado es el mejor modelo para el testimonio del cristiano. El testimonio de un predicador que es vencedor incluye la participación personal en los sufrimientos de Cristo, y no solo una fría declaración (Apoc. 2:3, 7, 9-11, 13, 17; 5:5; 12:11).

b. A lo largo de la historia, en todo el desarrollo de la batalla entre Cristo y Satanás, “todo mártir de Jesús murió vencedor” (Patriarcas y profetas, 55).

2. Jesús es “el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados” (Apoc. 1:5). Él es el vencedor de los vencedores, y nuestra victoria es resultado de la victoria que él conquistó (ver Apoc. 17:14).

a. El mayor significado para la palabra “sangre” en el libro de Apocalipsis está en la muerte de Cristo (Apoc. 1:5; 5:9; 7:14; 12:11); y la “sangre del Cordero” representa la victoria absoluta de sus testigos fieles (Apoc. 5:6; 12:7; 7:14; 12:11; 13:8).

b. En una batalla común, la sangre del ejército equivale a la victoria del general. Pero en el gran conflicto entre Cristo y Satanás, la sangre del General, que es Jesús, corresponde a la victoria de todo su ejército.

 

Conclusión

1. Para muchos soldados de la Segunda Guerra Mundial, los verdaderos héroes fueron aquellos que murieron en el campo de batalla. Héroes desconocidos que dieron la vida para salvar a los que ahora darían testimonio. A través de ellos, los “vencedores” llegaron seguros al lugar de paz, al final de la guerra, y contaron la historia de cómo fueron salvos.

2. De la misma manera, la sangre de Jesús es el único medio para que lleguemos al final del Conflicto, y nuestro valor está en su sangre.

3. La vida cristiana es un campo de batalla, en el que todo combatiente deberá permanecer sin claudicar hasta el último día; pero, por causa del sacrificio de nuestro General, Jesucristo, incluso un soldado común y corriente podrá salir victoriosos.

4. Las victorias del dragón son pavorosas, pero provisorias: la victoria del Cordero es decisiva y definitiva. Y en el último día, cuando resuene la última trompeta, los predicadores sufrientes, en ese momento transformados en vencedores, van a exclamar: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” (Apoc. 22:20).

 

Flavio Pereira da Silva Filho es pastor de distrito en Redenção, Paraíba, Rep. del Brasil.

Apocalipsis 12.7-12 – Neutralizando al enemigo

Neutralizando al enemigo

INTRODUCCIÓN

1. Hoy vamos a conocer los dos adjetivos que mejor describen el trabajo incesante del enemigo. Apocalipsis 12:7 al 12 presenta el currículum de Satanás. Aunque su verdadero nombre, el que figuraría en su “certificado de nacimiento”, no aparece en este pasaje, los nombres que figuran allí son los que recibió después de su apostasía. Lucifer fue el primer apóstata.

2. Vamos a tomar algunos momentos para estudiar los dos adjetivos que mejor describen su naturaleza (su temperamento, su forma de ser, su carácter). Al conocer su naturaleza, podremos defendernos mejor de sus artimañas.

I. Tenemos un enemigo

1. Nuestro enemigo es “el acusador”. En griego, la palabra para acusador es kategoros, y significa: “Alguien que realiza un esfuerzo prodigioso para crear enemistad entre dos personas”. Entonces, podemos concluir que el principal trabajo del enemigo es denigrar nuestra imagen delante de Dios y denigrar la imagen de Dios delante de nosotros. Satanás se esfuerza para alejarnos del favor divino. Hizo eso en el cielo: denigró la imagen de Dios entre los ángeles. Por esa razón, casi la mitad de los ángeles apostató junto con él (ver Elena G. de White, Historia de la redención, p. 18).

2. Además de “acusador”, también es “seductor”. En realidad, primero seduce y después acusa. Esta característica de seducción no aparece explícitamente en el versículo 9, pero puede inferirse. El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra seducir como: “Engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo”. Desviar, engañar, deshonrar, atraer, encantar, fascinar y deslumbrar podrían estar relacionados con el arte de seducir.

3. Podemos percibir que estas dos características resumen la naturaleza de Satanás: es “seductor” y “acusador”. A veces, acusa en público; otras veces, en secreto. Cuando nos acusa en público, nos difama, arruina nuestra reputación, y genera escándalo y mal testimonio, para vituperio de Dios y del Evangelio. Cuando nos acusa en secreto, nos aterroriza, distorsiona nuestra imagen, intenta hacernos creer que no merecemos el perdón divino. Generalmente, dice: “Has ido demasiado lejos, eres indigno, eres una vergüenza, lo hiciste de nuevo; deja de luchar contra ti mismo, déjate llevar”.

4. Cuando se mezcla la seducción y la acusación, aparecen las siguientes sugerencias: “Lo que has hecho no es tan grave, todos lo hacen, es normal; tu religión está desactualizada”. O bien: “Dios no se preocupará por eso”.

a. Hay muchas personas que se afligen a causa de las acusaciones de Satanás (desánimo, depresión, rencor, miedo, inseguridad, duda, angustia, soledad, vergüenza, baja autoestima). No sin razón, la segunda parte del versículo 12 presenta una nota de pesar a los moradores de la Tierra: “¡Ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo” (NVI).

b. Esta es una verdad extremadamente desagradable, pero el contexto nos presenta la solución. No necesitamos andar cabizbajos, avergonzándonos de nuestro pasado y de nuestro presente. No necesitamos desilusionarnos de la vida porque no tenemos fuerzas para vencer las trampas que el enemigo coloca en nuestro camino. El versículo 11 presenta el socorro divino.

 

II. TENEMOS UN AMIGO

1. ¿Eres consciente de esto? “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio. No valoraron tanto su vida como para evitar la muerte” (NVI).

a. El “Cordero” es nuestra seguridad, nuestra bandera, nuestra arma contra el enemigo. Su sangre es el cumplimiento de la promesa hecha en Génesis 3:15. Cuando el versículo se refiere a nuestra victoria por medio de su sangre, hace alusión específica a lo que Jesús hizo por nosotros.

2. Nuestra victoria está asegurada mientras depositemos confianza en la expiación de Cristo.

a. “En toda nuestra desamparada indignidad, debemos confiar en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras haga esto” (Patriarcas y profetas, p. 201).

b. En la declaración anterior, derrotar a Satanás significa vencer sus seducciones y acusaciones manteniendo nuestra profesión de fe a pesar de las persecuciones y de los riesgos. En algunos casos, estas persecuciones pueden costar la vida de los hijos de Dios.

3. Sea como fuere, el ideal es “confiar en los méritos del Salvador”. En otras palabras: la gracia de Dios debe ser correspondida por la obediencia humana. La gracia de Dios, por medio de Jesús, nos libra de la seducción del enemigo; los méritos de Cristo nos libran de las acusaciones.

a. La gracia y los méritos divinos no nos libran de la obediencia; al contrario, nos estimulan a obedecer, porque de otro modo anulamos la operación de la gracia.

b. En resumen: aunque la seguridad del creyente es absoluta en la Expiación, necesita perseverar confiando en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Si deja de confiar, perderá los beneficios de la Expiación.

 

CONCLUSIÓN

1. Para vencer las seducciones y las acusaciones del enemigo, necesitamos echar mano diariamente de los méritos del Salvador y confiar siempre en el favor divino.

2. Nuestra victoria ya fue conquistada en el cielo y en la Tierra, y necesitamos apropiarnos de esos beneficios.

3. Si tu corazón encontró consuelo y seguridad en estas palabras, expresa a Dios tu gratitud.

Pastor Jair García Gois.

 

Apocalipsis 2:10 – Juan Huss: Fiel hasta el fin

Fiel hasta el fin

Apocalipsis 2:10

 

I. Introducción

“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apoc. 2:10)

  1. Como en una prueba de atletismo con postas, un reformador influenciaba en otro durante el periodo de la Reforma protestante. De esa manera sucedió con Juan Huss quien, en contacto con los escritos de Juan Wiclef, obtuvo las aclaraciones necesarias para muchos puntos que le eran oscuros y se transformó en un fuerte defensor del movimiento.
  2. Por medio de Wiclef y Huss la atención de los habitantes de Inglaterra, de la Bohemia y de otras tierras fue dirigida hacia la Palabra de Dios, la que se encontraba “aprisionada” por el sistema eclesiástico de la iglesia romana desde hacía mucho tiempo.
  3. Juan Huss fue traicionado, engañado, quemado en una hoguera; sin embargo, su influencia sobre los sinceros que buscan la verdad divina permanece hasta los días de hoy.
  4. Huss fue sacrificado, pero sus ideales de la verdad por los que vivió y luchó, no murieron. Su ejemplo de fe y perseverancia inspiraron a multitudes a permanecer firmes al lado de las Sagradas Escrituras, incluso enfrentando persecución y muerte.

 

II. ¿Quién fue Juan Huss?

“Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico).” (Apoc. 2:9)

  1. Juan Huss nació en una familia humilde, en Hussinec, Bohemia. Estudió sus primeros años en la escuela de su provincia. Después fue aceptado en la Universidad de Praga, siendo registrado como estudiante pobre.
  2. Su madre lo acompañó en el viaje hacia la universidad. Ella era viuda y no tenía nada material para ofrecerle a su hijo. Sin embargo, cuando llegaron a la entrada de la gran ciudad de Praga, ella se puso de rodillas al lado del hijo y le pidió a Dios una bendición sobre la vida del joven.
  3. Durante sus años en la universidad, Juan Huss fue un alumno incansable. Intentó siempre hacer lo mejor y servir como ejemplo en todo lo que era correcto. Era una persona agradable en el trato con los otros. Concluyó el curso y se transformó en sacerdote. Después fue rector de la misma universidad. Él se transformó en el orgullo de sus país y famoso en toda Europa.
  4. Algún tiempo después de ser ordenado sacerdote, Huss también recibió la responsabilidad de ser el predicador de la famosa capilla de Belén, en Praga. Al predicar los mensajes bíblicos, de manera simple y directa, los enemigos se levantaron en su contra. Sus sermones denunciaban el orgullo, la ambición y la corrupción de los quienes tenían el poder en las manos, y debido a esto, él fue procesado y condenado por el papa.

 

III. El resultado de su obra

«Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio,y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras» (Apoc. 2:19)

  1. Las enseñanzas de Juan Huss se extendió desde Bohemia hasta Alemania. Muchos que recibieron de él el conocimiento de las Sagradas Escrituras distribuyeron el evangelio en su patria.
  2. Huss influenció directamente a Jerónimo, uno de sus discípulos, que imitando a su maestro, enfrentó la muerte por amor a la verdad bíblica. Un siglo después, Martín Lutero, el principal interlocutor del movimiento de la Reforma protestante, también se declaró un seguidor de Juan Huss.
  3. «El periodo final del siglo XIV testificó el aumento de las iglesias de los hermanos Moravos (movimiento influido por las enseñanzas de Juan Huss). En el inicio del siglo XVI, sus iglesias en Bohemia y Moravia llegaban al número de doscientas» (The Life and Times of John Huss, p. 570).
  4. Las cenizas de Juan Huss fueron arrojadas en el río Reno, y de allí fueron para el océano. A semejanza de Wiclef, ellas se distribuyeron como semillas en otros países (Ver El conflicto de los siglos, p. 97-119).
  5. Antes de Huss, otros mártires fueron muertos por defender la verdad del Evangelio. El decreto decía: «Aquel que se aparte del culto romano debe ser quemado». Uno de esos mártires, al morir, dijo: «La ira de los enemigos de la verdad está venciéndonos ahora, pero no será para siempre; va a levantarse uno entre el común del pueblo, sin espada ni autoridad, y a ese ellos no lo vencerán.»
  6. Este hombre fue Juan Huss. Un ejemplo claro para los cristianos de todos los siglos de lo que el Espíritu Santo puede hacer al usar como instrumento a alguien que, por amor a la Palabra de Dios, decide decir la verdad.

 

Conclusión

La previsión bíblico – profética dice que «Terrible será la crisis a que llegará el mundo. Unidos los poderes de la tierra para hacer la guerra a los mandamientos de Dios, decretarán que todos los hombres, “pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos” (Apocalipsis 13:16), se conformen a las costumbres de la iglesia y observen el falso día de reposo. Todos los que se nieguen a someterse serán castigados por la autoridad civil, y finalmente se decretará que son dignos de muerte.» (White, Elena G. de. El conflicto de los siglos. ACES, p.662) Sin embargo, está escrito: «No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados […] Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.» (Apoc. 2:10)

 

Flávio Pereira da Silva Filho, pastor en Concordia do Pará, Pará (Rep. del Brasil)

 

Apocalipsis 1.1-3 – La receta divina para nuestra felicidad

La receta divina para nuestra felicidad

Apocalipsis 1:1-3 

INTRODUCCIÓN

¿Recuerdas la alegría que te causó el haber aprendido a leer por primera vez? Podemos sentir la misma alegría cuando leemos algo importante y significativo por primera vez.

 

DESARROLLO

Apocalipsis 1: 1-3. Leamos el versículo 1. Del griego, apokálupsis, “revelación”. “La revelación de Jesucristo” puede considerarse como el título que Juan le dio a este libro. Este título niega categóricamente el concepto de que el Apocalipsis es un libro sellado y, por lo tanto, casi imposible de ser entendido.

Dichosos los hijos de Dios que saben aprovechar los medios provistos por el Señor. ¿Cómo podemos comprobar que es posible vivir de manera dichosa al lado de Jesús, por solo obedecer sus consejos? Por allí escuchamos: “Nuestros hogares deben ser un pedacito del cielo aquí en la tierra”. Veamos cómo es posible lograr esto.

 

DICHOSO EL QUE LEE (Apoc. 1:3)

Apocalipsis 1:3 seguramente tenía en mente, en primer lugar, a la persona que se escogía en la iglesia para leer en público las Escrituras. Juan anticipa la lectura pública del libro que ahora dirige a “las siete iglesias que están en Asia” (vers. 4), en la presencia de los miembros reunidos de cada congregación (cf. Col. 4:16; 1 Tes. 5:27). Esta práctica cristiana refleja la costumbre judía de leer “la ley y los profetas” en la sinagoga cada sábado (Hech. 13:15, 27; 15:21; etc.).

¿Cuánto tiempo estoy dedicando a lectura de la Palabra de Dios? ¿Cuánto tiempo le dedicamos como iglesia?

Ilustración: “Ella tenía el libro”. Un anciano de iglesia visitó a una ancianita de su iglesia. Ella afirmaba que tenía un ejemplar completo de la Biblia. Le pidió a su nietecito que la fuera a buscar en el armario del garaje. Al recibirla, para su sorpresa, encontró dentro de ella su par de anteojos que había perdido seis meses atrás. Sí, ella tenía un ejemplar de la Biblia. Pero, evidentemente; ¡cuán poco la leía!

Aplicación: ¿Cuánto valor tiene poseer la Palabra de Dios, si no la leemos con la frecuencia debida? “Dime qué lees y te diré qué crees”. Pidamos al Señor que nos dé fuerzas y disposición para dedicar más tiempo a la lectura de su Palabra. Lucas registra que los bereanos eran “más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hech. 17:11). ¿Cuál será la actitud tuya de hoy en adelante?

 

DICHOSO EL QUE OYE

Oír la Palabra de Dios es como beber agua para el sediento. En la actualidad se oyen muchas voces: las de amigos, las de los padres, la de un maestro. Pero la peor de todas es la voz del enemigo, que nos dice: “Aún no es el tiempo”, “Todo tiene su tiempo”, “No hagas caso”, etc. Recuerda: “Desde la entrada del pecado toda comunicación entre el cielo y la tierra ha sido por medio de Cristo” (Patriarcas y profetas, p. 382).

“Bienaventurados los que […] oyen” (Apoc. 1:3). Romanos 10:17 nos confirma que: “La fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”.

Ilustración: “La hermana que no sabía leer”. Un día, el pastor estaba preguntando a los hermanos quién fue el instrumento que había utilizado el Señor para traerlos a la iglesia. Un hermano testificó: “A mí me trajo la hermana Yolanda”. El pastor quedó extrañado, al recordar que ella no sabía leer. Entonces indagó: “Cuéntame, hermano, ¿cómo fue eso?” Él respondió: “La hermana Yolanda llegaba a casa pidiendo que le ayudáramos a leer los textos subrayados que el pastor había utilizado en el sermón”. Más intrigado aún, el pastor le preguntó a la hermana Yolanda. “Es muy sencillo, pastor”, dijo ella, “cada sábado, yo le pedía a una hermana que me subrayara todo lo que usted leía, y lo único que yo hacía era mostrarle todo lo marcado ese día y se lo explicaba. Por lo visto, entendieron sus sermones y comprendieron la invitación de parte de Dios. Aquí tiene usted a don Gerónimo con toda su familia (9 personas). Es cierto que yo no sé leer ni escribir, pero sé escuchar y transmitir lo aprendido”.

Aplicación: Saber escuchar es un don del cielo, más aún cuando se refiere a oír un mensaje proveniente del mismo Dios. Alguien dijo: “El que sabe hablar gana plata, el que sabe oír gana oro”. Pidamos al Señor que nos dé oídos sensibles a su voz, sin importar el instrumento que él elija.

 

III. DICHOSO EL QUE GUARDA

Guardar lo leído o escuchado de parte del Señor es motivo de gozo y alegría. “Bienaventurado el que […] guarda las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca” (ver. 3). La expresión “y guarda”, indica que el Apocalipsis no es una simple predicción. Esta cláusula señala que la revelación es de carácter moral. Su objetivo es que la iglesia la acepte con obediencia, pues proviene de Dios.

Aplicación: Solo aquellos que toman tiempo para sentarse a los pies de Jesús, como lo hizo María, podrán recoger la mejor parte que nadie les quitará. María supo aprovechar la visita de Jesús, porque tomó tiempo para oír las palabras de vida del gran Maestro. Recuerda el consejo divino: “Sed hacedores de la Palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Sant. 1: 22).

 

CONCLUSIÓN

El Señor se complace en la felicidad de sus hijos. Por eso proveyó el medio para que la podamos alcanzar: las Escrituras. Los bereanos llegaron a ser más nobles que los de Tesalónica, porque escudriñaban cada día las Escrituras. La Palabra de Dios nos confirma que es posible vivir vidas dichosas en un mundo turbulento. El Señor proveyó todos los medios para nuestra felicidad, ¿estamos dispuestos a utilizar esos recursos? 

Pr. Anastacio Giménez

Unión Paraguaya.